jueves, 27 de noviembre de 2008

frikada guapa!

Estimados...
yo no soy friki al estilo de donde acabamos de retornar la compañera rizos y servidora. Nosotros no llevamos jerseis del newyorker (había alguno churfer tipo billabong, pero poco más), chamarras de esas de cremalleras dadas de sí, barbas de contestatarios y ausencia total de elegancia y distinción, excepto alguna perlas, como por ejemplo, la persona género masculino que estaba sentado al lado mío que estaba bien bueno y bien vestido aunque con tic persistente de cuello hacia nosotras que le hacía un poco molesto.
Ahora pienso que lo mismo le llamamos la atención por nuestro aura karma-jarrll que claramente brillaba entre tanto joven dueño del mundo, informáticos y telecos impacientes por codificar y hacer incomprensible una parte fundamental de la vida de todos (me da igual máquinas-tragaperras, sacacafes, braintrainings o muñecos parlantes genios del management ético jesuítico)
El profe, un sobrao formado -por lo que se pudo intuir- en el departamento gráfico de algún periódico y después en factorías de coches, contaminado por el método de producción industrial (que sirve para fabricarlo todo, desde un toyota hasta una gominola, pasando por condones, biblias o bolsas de arroz la Fallera) o incluso personas, es un nazi pseudo-tecnócrata, cuantitativista positivista y cientifista (documentos, hechos, datos, ñaka, ñaka) que opina que en el diseño todo tiene un objetivo (cierto) normalizado (cierto), pero desapasionado, sin intuición, sin creatividad ni empatía con el cliente / usuario final (ERROR, EHH!)
Humildemente, desde mi condición de humanista (que sí, coño, como todos nosotros) y esperiencia en servicios culturales (queda bien eso?) y en mi acercamiento / intrusismo en el campo tecnológico softweriano pienso que en la coctelera del éxito del software y del análisis funcional hay que dejar un rinconcito para el alma, señor, para esa conexión que hace que te enganche un tío que habla de puta madre de lo que bien sabe, con mesura y respeto a sus alumnos, y un anormal que pesa 50 kilos menos que el anterior en carne, pero está sobrao de soberbia y de profesor tiene lo que yo de dantzari vasca despelotada.
Hablando de ello, es como los calendarios: entre vascos y vascas dando saltitos y tapándose las vergüenzas con boinas rojas o retozando tras el akellarre en el hayedo, o las tabletitas bien marcadas por las luces y sombras de los bomberos de Castro, pues eso....

A ver esos comentarios, guapeton@s...

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